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diego belmonte fernández a una moza de su hermana.45 También son frecuentes las referencias al cuidado de las almas de sus padres, como en el caso de Leonor Pimentel, I duquesa de Arévalo y Plasencia, quien establece que el cabildo de Plasencia pronunciase durante un año una misa de réquiem cantada por el alma de ella y de sus padres, con ofrenda de pan, vino y cera. Algunas incluso prefirieron enterrarse junto a sus progenitores y no junto a su marido, como Isabel Ponce de León.46 A veces, el miedo al Más Allá lleva al testador, conforme avanza desgranando cada una de las mandas, a recordar las malas acciones cometidas en su vida e intentar compensarlas de alguna manera. Un caso paradigmático es el primero que hizo Sancho de Ulloa, conde de Monterrei, fechado en 1480. En él, reconoce haber cometido todo tipo de daños sobre una larga lista de instituciones eclesiásticas, sobre personas y bienes, incendios, robos, secuestros o amputaciones. Reconoce haber ejercido la violencia sobre su hermana, su primo y su propia esposa. E incluso termina declarándose culpable de nueve homicidios o ejecuciones injustas.47 Mención especial merecen también aquellas mandas en las que se donan libros, instrumentos y materiales de escritura, documentos y arcas de archivos o librerías. Son muchos los personajes, de ambos grupos, que recogen en sus testamentos la entrega de este tipo de objetos, de valor personal y económico. En 1498, Urraca de Moscoso legó a su sobrino, el conde de Altamira, su libro nuevo de rezar iluminado de oro, porque cuando rezare por él se acuerde de mí.48 Probablemente el caso más conocido sea el del marqués de Santillana y su biblioteca de Guadalajara,49 pero lo mismo se observa en el caso de los eclesiásticos, que entregan libros a determinadas personas, como Pedro Tenorio o Alfonso de Fonseca, arzobispos de Toledo y Sevilla respectivamente, o bibliotecas en su conjunto, normalmente a la catedral de su diócesis, germen principal para la formación de las bibliotecas capitulares, o bien a otras instituciones, como Diego de 503 45 Guerrero Navarrete 2016, p. 99. 46 Guerrero Navarrete 2016, p. 98. 47 Andrade Cernadas 2008, pp. 65–77. 48 Otero Piñeyro Maseda y García-Fernández 2013, p. 140. 49 Sánchez Sesa 2000, p. 172.

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