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5 Otero Piñeyro Maseda y García 2013, p. 133. 6 Dejamos fuera la aristocracia urbana y la realeza, con los que muchas veces están también relacionados. Sobre la aristocracia: Otero Piñeyro Maseda y García 2013, pp.125–169; García-Fernández 2019, pp. 13–31; Rubio Martínez y García-Fernández 2016, pp. 243–286; Martín Cea 2003–2004, pp.103–156. Sobre la realiza: Sáenz de Santamaría Gómez Mampaso 2004, pp. 113–152; Sánchez Villarreal 2018, pp. 427–438. 7 Bono Huerta 1997, pp. 215–234; Ostos Salcedo y Pardo Rodríguez 1989. 8 Para Aragón puede verse Madurell Marimon 1961, pp. 103–140. diego belmonte fernández quiénes son y quiénes no miembros de él. Y es que, junto a los grandes linajes, existió toda una pléyade de individuos que no resulta sencillo situar de manera exacta en la jerarquía social.5 Para nuestro trabajo, nos hemos valido de documentos emitidos por la alta nobleza, tanto la laica como la eclesiástica, miembros ambos del mismo grupo privilegiado, que comparten lazos estamentales y de sangre en muchas ocasiones, al ser las mismas familias nobles laicas las que en ciertos casos ocupan también cargos relevantes en el estamento eclesiástico formando parte del alto clero que gobernaba las distintas diócesis de la corona castellana. La gran cuestión está en ver si lacualidaddel personaje, dedicado a la Iglesia o no, determina en algo la praxis documental vinculada al testamento.6 Analizadas las fuentes, se observa cómo la estructura del discurso diplomático de estos documentos responde en líneas generales a la misma que encontramos en el resto de la corona de Castilla en otros grupos sociales o en otros territorios del Occidente medieval. Una estructura tipificada desde tiempo atrás, en el caso castellano a partir de la asunción del Derecho Romano por parte del rey AlfonsoXa mediados del sigloXIII, sobradamente conocida y estudiada por los especialistas.7 Sin embargo, esto no impidió a algunos personajes personalizar, por así decirlo, el documento, en función de sus propias circunstancias vitales. Fue precisamente comprobar esto lo que nos llevó a establecer el criterio comparativo. Lo que aquí presentamos se trata en todo caso de un primer muestreo, que debe necesariamente profundizarse mucho más. Dado el número de fuentes disponibles, abundantísimas en el caso del grupo laico, aunque no tanto para arzobispos y obispos castellanos,8 hemos tenido que acotar y hacer una estricta selección, escogiendo solo fuentes de algunas de las casas más representativas de la Castilla bajomedieval, como los Medina495

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